Es una de las fincas de caza más exclusiva de toda España, frecuentada en temporada alta por hombres de negocios, aristócratas, políticos y mandatarios de medio mundo que aterrizan en su pista particular en aviones privados. La Nava del Barranco es una fabulosa extensión de casi 7.000 hectáreas situada en Ciudad Real, que permite al visitante disfrutar de placeres olvidados en el mundo moderno urbano: personal exclusivo dispuesto a satisfacer las necesidades más peregrinas, cocina de calidad con auténtico sabor tradicional y naturaleza espléndida y vigorosa alejada del mundanal ruido. Visitamos un templo del lujo rural, un espacio en que los sentidos se agudizan y los placeres se disparan, sobre todo ahora, durante la Berrea y la temporada de caza.
MILLONARIOS DE MEDIO MUNDO EN LA LISTA HABITUAL
La lista de personalidades que ha dormido entre sus paredes es larga, muy larga, pero ningún empleado pronuncia ni por asomo un solo nombre. Entre ellos hay hombres con poder, pero también, sospecho, personajes de la Prensa del Corazón, además del Rey Emérito que aparece en una de las fotografías del fabuloso salón. Muchos árabes, rusos, dirigentes africanos,… Chinos no, quizá porque su cultura todavía no aprecia suficientemente el privilegio de despertarse en medio de una enorme hacienda por la que campan a sus anchas perdices, ciervos, zorros, … Ellos quizá todavía no lo valoran en su justa medida, pero los Occidentales sí, y de sobra.
Ahora están en su máximo apogeo con americanos, británicos, franceses, alemanes y suizos, entre otros, llegando a bordo de sus ‘jets’ al aeropuerto de la finca situado a 2 kilómetros de la casa. La Nava del Barranco registra una media de 300 operaciones anuales, una cifra nada desdeñable teniendo en cuenta que se concentra en 5 meses al año, de octubre a febrero.
LA ESPAÑA EXCLUSIVA
Entrar en ‘La Nava del Barranco’ es hacerlo en una de las fincas de caza más importantes de todo el mundo y la mayor de Europa si hablamos de ‘ojeo de perdiz’. En temporada baja son 20 los empleados que se ocupan de que no falte ningún detalle, aunque ahora la cifra rondará el centenar. “No hay deseo de un cliente que a día de hoy no hayamos podido cumplir” nos dice Margarita, la directora del lugar desde hace 20 años, la que sabe mejor que nadie que aquí para los milagros se necesitan 5 minutos, no más!.
Las 16 suites son todas diferentes, especiales. Tienen nombre, igual que las personas, quizá porque también tienen personalidad y puede que hasta alma. ‘Los Almendros’, ‘La Solana’, ’La Umbría’, refugios singulares desde los que se oye la berrea, esa llamada salvaje de la naturaleza que se produce cuando las hembras están en celo y los machos braman y pelean por ellas con sus cornamentas. ¿Quién puede disfrutar de estos momentos más que unos pocos privilegiados?. Tras el safari fotográfico en 4×4, desayuno en una loma contemplando la salida del sol. Miguel Ángel, el jefe de la finca, un hombre de naturaleza campechana nos habla de los ciervos, muflones, zorros y perdices que disfrutan de una vida a placer en estas hectáreas de naturaleza virgen.
Aunque posiblemente los animales más ‘monitorizados’ de todos ellos son los linces ibéricos, alrededor de 9. Deambulan por el terreno y solo el personal más longevo ha tenido la suerte de admirarlos al natural y no a través de una cámara. Porque nos lo cuentan lo creemos, y porque también nos enseñan alguna foto, pero no puedo evitar pensar que toparte con uno de estos felinos tiene que ser tan excepcional como encontrarse con un fantasma.
LO COTIDIANO ES INOLVIDABLE
Los visitantes de La Nava encuentran en esta finca un hogar, estando lejos del suyo. Es el concepto europeo de ‘hospitality’ a veces no bien entendido en nuestro país. Esto no es un hotel, es una casa que sus propietarios Javier Medem y Almudena del Moral alquilan, pero en la que se hace vida normal cuando no hay huéspedes. De hecho se nota el mimo en cada mueble, en cada objeto de decoración y en cada tela. En cada juego de cama, incluso, hecho a mano en exclusiva para la Finca. Todo es refinado y artesano. Todo es exquisitez.
Hacer de lo cotidiano un momento inolvidable es uno de los grandes retos del servicio, casi todos lugareños de Castellar de Santiago o alrededores, formados en la amabilidad y la eficiencia más estricta. Y eso es algo que consiguen de lejos en las comidas en medio del campo, oliendo a romero y encina, y degustando jamón y carne recién preparada en la cocina ambulante que se esconde tras los matorrales. El lujo debe de ser esto, por eso hay que cerrar los ojos e intentar retener ese momento, ese instante de felicidad que nos vuelve en los peores momentos.
LA LISTA DE ACTIVIDADES ES INTERMINABLE
El catálogo de actividades es grande: tiro con arco, paseo en globo, ultraligeros, show cooking, catas y maridajes, tenis, golf, quad, pilates, yoga…También hay un buen spa, sala de cine, biblioteca y piscina, por supuesto, una increíble ‘pileta’ suspendida sobre la vegetación mediterránea de olivos, encinas y monte bajo que brota del corazón del Campo de Montiel.
Aunque mi actividad favorita es montar a caballo. Tienen una cuidada cuadra en la que se alojan varios equinos. Mi compañero de una tarde fue Caramelo, un jamelgo tranquilo, que a veces se empeña en ir el primero y marcar el camino a sus compañeros. Recorrer los rincones de la Sierra a lomos de un animal así fue como sentirse una bandolera del siglo XIX, la misma época en la que por estos caminos se intentaban pasar mercancías de estraperlo.
CENA DE PELÍCULA Y SALÓN A LO ‘DOWNTON ABBEY’
Si bien es verdad que al llegar todo el servicio recibe a los invitados en la puerta de la Casa, el momento más exclusivo de la estancia, ese en el que te sientes metida en una película de época, es la cena. Servida en el comedor principal, se alumbra con velas, consiguiendo con ello un ambiente mágico en el que los murmullos suenan a secretos. Mayordomos y doncellas perfectamente equipados, sirven deliciosos manjares que satisfacen a los paladares más exquisitos.
¿Pero cómo no hacerlo, cuando en el plato hay perdiz cazada en el campo o venado sacrificado hace apenas unas horas? Dicen los buenos cocineros que no hay carne tan sabrosa como la de la caza mayor, aunque para ello se necesitan una manos expertas e infalibles como las de Rosa, la cocinera que lleva años trabajando con los Medem. Su pisto es famoso en toda la comarca, pero el plato que realmente marca la diferencia es la carne, con gusto y sabor imposible de encontrar en cualquier supermercado tradicional.
Cada set de mesa es diferente dependiendo de la época del año en la que nos encontremos y ha sido elaborado a mano en las manufacturas más exclusiva se Francia y Portugal.
TARDÓ 2 AÑOS EN DISEÑARSE Y 3 EN CONSTRUIRSE
También con mimo fue concebida la casa por el arquitecto Otto Medem, un profesional proclive a las líneas rectas que aquí tuvo que adaptarse a lo que pedía un cliente muy especial, su hermano Javier, que concibió el proyecto tras hacer una amplia encuesta entre los primeros clientes que llegaron al lugar. La fabulosa Casona de dos pisos, de grandes ventanales, y amplios espacios tardó dos años en diseñarse y 3 en construirse. Y el resultado lo podéis disfrutar vosotros, pero también las empresas que la alquilan para reuniones.
Los eventos corporativos tienen perfecta cabida en este lugar de 4.000 metros cuadrados y 700 de terraza. Muchas ya lo han probado (entre ellas multinacionales como Peugeot) y muchas más lo harán porque a 2 horas de Madrid existe un lugar exclusivo y excepcional. El gran lujo, a veces, está más cerca de lo que pensamos, solo que no lo sabemos.