Nikko, el lugar perfecto para una luna de miel

Siempre ha estado de moda lo oriental, lo exótico y sobre todo lo nipón, pero ahora más que nunca. Irse de luna de miel a Japón es como sumergirse de golpe en otra cultura, en otra realidad paralela que nos ayuda a entrar con buen pie en la nueva vida de pareja que nos espera…Pero si queréis que el viaje sea inolvidable mi consejo es que os atreváis a adentraros en el Japón auténtico, el que va más allá de Tokio y Kioto, urbes que como todas las grandes ciudades, tienen un ritmo frenético. Nikko, a 2 horas de la capital, puede ser el lugar perfecto para ver, sentir y oler el país del Sol Naciente. 

PUENTE SHIN-KYO

Se trata del lugar más fotografiado de toda la ciudad, ese en el que tenéis que salir guapas para colgar la instantánea en vuestras redes sociales. Según la leyenda la ciudad fue fundada por un monje budista, Shodo Shonin que atravesó el río Dalya montado en dos serpientes enviadas por el dios Jinjaou que se transformaron en el actual puente rojo. Es peatonal , tiene 28 metros de largo y hay que pagar una pequeña entrada para poder cruzarlo. No es el original, es una reconstrucción de principios del siglo XX porque una inundación lo destrozó, pero permite hacerse una idea de la dificultad para cruzarlo con ropas ajustadas y calzado de madera como manda la indumentaria tradicional. Si tenéis suerte con el tiempo, la foto os quedará de película. 

TEMPLO TOSHOGU

Es imprescindible porque es uno de los más importantes y visitados de todo el país. Aquí se encuentra enterrado el primer Shogun, Caudillo, de los Tokugawa, Dinastía que gobernó el país con mano de hierro entre los siglos XVI y XIX. Pidió una tumba sencilla con la esperanza de que su espíritu frenara a los enemigos del norte, y su nieto se encargó de hacerle un mausoleo como pocos se han visto. 15.000 artesanos traídos de todas las partes del país trabajaron a destajo para talar 14.000 árboles y esculpir más de 5.100 esculturas. 

La sucesión de edificios, almacenes y salas ricamente decoradas costaron la friolera de 250 millones de Euros, millón arriba, millón abajo. No hay que perderse la increíble puerta decorada del segundo patio. Denominada ‘Yomeimon’, puerta del Amanecer, dicen muchos expertos que es la más grandiosa nunca levantada en Japón por la riqueza de su decoración. No queda ni un solo centímetro sin esculpir…Se pueden ver flores, animales y hasta danzantes…Su belleza era tan sobrecogedora que los artesanos tuvieron miedo de que despertaran la envidia de los dioses y acabaron colocando una columna invertida para romper su perfección. 

Entre los escenarios que no os debéis perder está el establo con los 3 monos, la única sala de todo el recinto que no está pintada, en la que todas las mañanas se puede ver un caballo blanco regalado por Nueva Zelanda. Los 3 monos son unas de las atracciones del lugar porque tienen las manos tapándose los ojos, los oídos y la boca para proclamar que hay que ser sordo, ciego y mudo ante las tentaciones del mar. Frente a ellos dos elefantes, de forma y trompa singular creados por un artista que nunca había visto paquidermos. 

Otro de los animales más fotografiados es un gato, sí señor, un gato dormido. El ‘Nemuri-neko’ se ha convertido en el símbolo del ‘Tosho-gu’, y se puede comprar estampado en unas tablillas en las que se escriben deseos.  Las ofrendas se pueden dejar en los artilugios de metal que os encontraréis por el camino hacia la solemne ‘Okimura’. 

El santuarios principal está después de subir alrededor de 400 escaleras. Es el lugar más apartado y más tranquilo. Una enorme urna custodia los restos del hombre que comenzó la unificación japonesa y que es considerado como líder indispensable de su historia. Atención porque es un lugar muy frecuentado en el que tendréis que tener algo de paciencia.

HOTEL KANAYA

Si os gustan los lugares ‘vintage’, es un hotel histórico perfecto para pasar por lo menos una noche de vuestra luna de miel. En sus habitaciones se han alojado personajes como Indira Gandi, Eleonor Roovelt, Frank Lloyd Wright o Charles Lindbergh, el primer piloto en cruzar el Océano Atlántico. Albert Einstein que se alojó en el cuarto número 15. El hotel más exclusivo de Nikko, en el que también se ha alojado en ex Emperador Akihito, comenzó su andadura de forma casual. 

En 1871, James Curtis Hepburn fue el primer extranjero que llegó al lugar, negándose todos los hoteles tradicionales del lugar, conocidos como Riokan a acogerle. Llegando el suceso a oídos de un lugareño de nombre familiar Kanaya, le ofreció su casa para acomodarse y cuando se encontró con otra viajera empedernida de nombre Isabella Bird, se lo recomendó para pasar una estancia. Para esa fecha ya se había puesto en marcha el hotel como tal, aunque su ubicación era otra un poco más alejada del pueblo. Isabella Bird viajaba siempre con su cama a cuestas y se quejaba de que los Riokan eran sucios.

Pero El ‘Kanaya’ la satisfizo plenamente y por eso se acomodó hasta escribir un pequeño libro de viaje que se puso de moda. El lugar conserva un equilibrio peculiar equilibrio entre las últimas comodidades y los antiguos placeres. Empezando por el gastronómico, sobre todo para un occidental. Es famoso su pan de molde o sus bizcochos de naranja y chocolate. Sus pastas de mantequilla también hacen las delicias de todos aquellos europeos que lleven muchos días comiendo ‘a lo japonés’.

VILLA DEL EMPERADOR

Tiene 116 habitaciones y en ella se puede encontrar elementos arquitectónicos de las eras Edo, Meiji y Taisho. La Villa Imperial Tamozawa fue el refugio en el que vivió Akihito, el Emperador que acaba de abdicar en favor de su hijo Naruhito, parte de su niñez y adolescencia. La Segunda Guerra mundial obligó al monarca a huir de Tokio y acomodarse en la casa que había sido de su abuelo, un hombre oscuro y de mala fama de quién se decía que estaba loco.

Las estancias están totalmente remodeladas y hablan claramente de una manera de entender el lujo distinta a la occidental. Las estancias están forradas de tatamis, tradicionales esteras que determinan las extensión de las habitaciones. Los japoneses no miden los cuartos en metros cuadrados, sino en ‘tatamis’. La medida más común es de 1 metro por 2, así que te cuentan que su casa es de 6, 8 o 10 tatamis.

Pocas paredes son fijas, las estancias se cierran con paneles decorados que se cierran y abren al antojo del inquilino. Un paseo tranquilo por el lugar os dará la posibilidad de sentiros como el soberano y también de admirar los fabulosos jardines a los que ahora puede acceder todo el mundo. El terreno, lleno de árboles, plantas y fuentes es sin duda el gran tesoro, por lo menos visible, de la Villa. Hay otro, más secreto, que se custodia en la segunda planta, en una habitación discreta, casi escondida, pero muy especial. La reconoceréis por el singular remate del tatami…Es el más elaborado y fino, y en ella se protegían las joyas de la Corona Imperial. Los Tres Tesoros Sagrados consisten en una espada, una pieza de un collar y un espejo que representarían las tres virtudes primarias del país: el valor, la sabiduría y la benevolencia. No se exponen nunca al público, nadie las ha visto, pero al parecer el Emperador viaja, por lo menos dentro del país, siempre con una de ella, posiblemente la espada. Son tan importantes que se sabe que Akihito visitaba el refugio antiaéreo que esconde el jardín, con estas valiosas piezas, en las que según la mitología residiría el poder de la Casa del Crisantemo.

CASCADAS KEGON Y RYUZU

La primera es una de las tres más bonitas del país. Tiene una gran caída de agua permanente de casi 100 metros. Exactamente son 97 metros que impresionan desde cualquier punto de vista. (Podéis tomar un teleférico que os dará una visión más amplia de la zona). Se formó hace 20.000 años cuando el Río Daiya fue desviado de su cauce por los flujos de lava que provocó el próximo volcán Nantai. 

La cascada Kegon es la más popular, suele estar llena de visitantes que quieren disfrutar de su vista a pocos metros, pero no la única. La provincia de Tochigi alberga 250 cascadas de agua y 48 lagos. Todo un espectáculo para el ojo humano, sobre todo en otoño, cuando la carretera sufre pequeños atascos de los vehículos que ralentizan su velocidad para disfrutar del paisaje. Otra de las más conocidas es la Ryuzu, en la que hay que encontrar la cabeza de un dragón. Aquí os advierto que tendréis que echar mucha imaginación porque las formas que los occidentales tenemos en la cabeza de este animal mitológico no son las mismas de los orientales. Lo que ellos ven como evidente, a nosotros nos cuesta más. En cualquier caso son dos buenos lugares para disfrutar de la naturaleza en estado puro y tomaros un ‘tentenpié’ mientras cogéis fuerzas para continuar.

SANTUARIOS RINNOUJI Y FUTARASAN

Los dos fueron levantador por el monje Shodo Shonin, el fundador de Nikko. El primero, Rinnouji pertenece a la secta Tendai y lleva funcionando 1200 años. No podéis hacer fotos en su interior, y este es un consejo que tenéis que tener muy en cuenta porque podéis ofender su espiritualidad. Aunque el exterior está en rehabilitación y va a continuar así un tiempo, lo más destacados es la sala de los tres budas. 3 enormes deidades de hasta 8 metros de alto representan tres virtudes de esta religión muy arraigada en Japón, si bien es verdad que los nipones son muy tolerantes en cuestiones religiosas y con frecuencia utilizan ritos budistas o sintoístas dependiendo del momento de la vida en el que estén. El otro Santuario, el de Futurasan es el más antiguo de Nikko y por lo tanto el protector de la ciudad. Levantado en el siglo XVII, está dedicado al consorte de la montaña, la gran madre de un país que ve en la naturaleza un dios al que venerar y cuidar. ¡Cuánto tenemos que aprender!.

 

 

 

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