Fue un cuartel militar rodeado de edificios de ladrillo industrial y almacenes de material bélico. Un lugar gris e inhóspito que en Amberes han sabido convertir en un barrio moderno, ahora mismo puede que el más ‘trendy’ de toda la ciudad flamenca. Acompáñame por este inspirador distrito lleno de encanto y tranquilidad. Un lugar en el que el tiempo transcurre lentamente, y en el que todavía se pueden disfrutar de algunos placeres del pasado, que las prisas de la vida moderna nos han hecho olvidar. ¡Entramos en el Zurenborg y Groen Kwartier!.
Estuvo abandonado durante muchos años, pero afortunadamente un ambicioso proyecto en 2010 apostó por su rehabilitación. El Cuartel Verde alberga una antigua capilla, ahora reconvertida en templo gastronómico con ‘The Jane’, el restaurante 2 Estrellas Michelín del conocido chef Sergio Herman; y un antiguo convento devenido en hotel. ‘August’ es la pieza más singular de toda la remodelación. Deambular por sus pasillos retrotrae a la época en la que las monjas agustinas circulaban por cada rincón del convento. Cuidaban a los hijos de los militares con rectitud y esmero, dicen, los mismos valores que cultivaban en la espectacular capilla que ahora sirve como bar de moda.
Da igual si hablamos de desayuno, almuerzo, o una simple cerveza tras la dura jornada laboral. El hall del ‘August’ siempre tiene ambiente. La remodelación fue dura y exhaustiva, pero se empeñó en respetar las partes más antiguas, lo percibiréis sin duda. Los suelos son hidráulicos, muchas vigas auténticas, y las antiguas celdas de las hermanas ahora son modernas habitaciones, algunas abuhardilladas, que todavía conservan ese aire sobrio que impregnan las órdenes religiosas. Hasta el uniforme del personal tiene corte recto y suelto, como un hábito carmelita.
Igual de interesante que este hotel es el ‘PAKt’, antiguo almacén militar en el que se han instalado muchos emprendedores. Hay agencias de modelos, equipos de diseñadores jóvenes con toda su colección de ropa y hasta empresas de representación ‘foodies’ para los amantes de la buena mesa. Aunque quizá lo mejor sean los restaurantes y cafeterías que se distribuyen por todo el reciento. De noche es el lugar perfecto para picar o tomar algo, y una vez que se hace de día abren los locales en los que tomarse el ‘segundo café de la mañana’. Todo el mundo parece enganchado a sus tareas laborales o celebrando una reunión informal frente al ordenador. ¡Quién pudiera enclaustrarse todo el día aquí!
El ‘Zurenborg’ esconde fabulosas fachadas de estilo Art-nouveau y modernista en su paseo por la calle ‘Cogels-Osylei’. Tomaos vuestro tiempo antes de visitar otro de los grandes emblemas del lugar, la Cervecería Municipal ‘De Koninck’, templo sagrado donde los haya de los amberinos. Ahora es un museo que plantea un entretenido recorrido por la historia del lugar y la elaboración de este líquido ambarino del que se pueden probar hasta dos tipos con el precio de la entrada. La más conocida es la Cerveza ‘Bolleke’ repartida por todo Flandes y servida habitualmente en un vaso con forma de cáliz creado específicamente para ella.
Pero también está la Triple d’Anvers, otra icónica cerveza también muy del gusto de los consumidores a juzgar por sus cifras de producción.
Por cierto que justo al lado, encontraréis un lugar perfecto para comer si sois amantes de la carne. Sospecho que en algún momento del siglo pasado albergó una especie de matadero. Hoy existe una exquisita carnicería con todo tipo de carne y de cortes de ternera y de cerdo: solomillo, secreto, costilla, presa, lomo,…
Seguro que a más de uno se le ha hecho la boca agua. Lo podéis comprar así y pedir que os lo envasen al vacío para llevar, o también podéis subir al restaurante ‘The butchet’s son’ donde os permitirán elegir el trozo que os gusta y os lo cocinan. Como veis Zurenborg es ahora mismo el barrio de moda porque es un barrio especial en el que bien merece la pena pasar un día disfrutando de sus jardines, restaurantes y cafeterías. Esa es la mejor manera de enamorarse de Flandes, esa región tan discreta y elegante a la que siempre apetece volver.