Estampas desde Tokio

Todo lo que se puede pedir de Japón está en Tokio. Es una metrópoli enorme que mira al futuro, pero también al pasado. Una ciudad con paisajes de ciencia ficción llenos de rascacielos al lado de templos milenarios que guardan las esencias de los ritos más ancestrales. Tokio está en constante reinvención y necesitaréis tiempo para conocerla y ‘patearla’, así que para abrir boca, para haceros entender que es imprescindible que la visitéis ya, he aquí una pequeña selección de estampas de la capital japonesa.

ASAKUSA

Precisamente este es un barrio en el que podemos ver la perfecta simbiosis entre pasado y presente de la que hemos hablado. Senso-ji es uno de los templos más visitados por los turistas extranjeros y también los nacionales. Si buscáis haceros una foto en la archiconocida puerta del santuario, protegida por Füjin, el dios del viento, y Raijin, el dios del trueno, olvidaros de que no salgan hordas humanas por doquier. Hay que llevarlo con paciencia y estar un buen rato sorteando la marabunta, pero merece la pena porque es foto que enseñaréis a todo el mundo.

Tras la puerta os espera una enorme avenida en la que podréis encontrar todo tipo de recuerdos y baratijas: palillos, llaveros, cerámica, abanicos, kimonos, yucatas, …Lo que se os ocurra, aquí estará. Tenedlo en cuenta porque tardaréis un buen rato en alcanzar el santuario. Llegaréis después de ver, y si queréis hacer, las ofrendas con incienso habituales. Dicen que este humo es bueno para la salud y por eso os llamará la atención ver cómo los devotos hacen gestos para que la fumata les llegue al cuerpo. No perdáis la oportunidad de coger un papelito de la suerte, un ‘omikuji’. Se venden por el módico precio de 100 yenes, se sacude el bote en el que están los palillos con un número y se busca el cajón marcado con la misma grafía. Es probable que necesitéis la ayuda de algún local porque normalmente está todo en alfabeto ‘kanji’. No os preocupéis si el texto no es muy esperanzador. Ocurre en más de una ocasión y lo que hay que hacer es atarlo a uno de los paneles de madera que están en los laterales, y sacar otro. Repetid la operación las veces que sean necesarias hasta que el resultado os guste. Ya sabéis que la suerte a veces hay que buscarla…

No lejos del Senso-ji se encuentra otra de las grandes atracciones de la ciudad, la Sky Tree, una enorme torre de 634 metros que fue inaugurada en 2012 como la ‘exenta’ más alta del mundo. La vista desde sus 2 miradores es inigualable, por eso las colas para subir son grandes. Armaros de paciencia y preparad la cámara para el espectáculo que se os avecina. Si tenéis suerte y está despejado podéis llegar a divisar el famoso Monte Fuji

SHINJUKU

Y de un mirador a otro que tampoco os debéis de perder. El barrio en el que se encuentra es todo un mundo en sí mismo, Shinjuku. Cristal, acero y luces de neón para edificios infinitos. De día y de noche tiene algo singular que vislumbrar. Posiblemente lo más espectacular es el edificio de las oficinas del Gobierno Metropolitano de Tokio, monumental obra del arquitecto Tange Kenzó que se finalizó en 1991.

Podríamos decir que es una Catedral Moderna desde la que se puede observar gran parte de la ciudad ya que se puede subir a un mirador de 202 metros desde el que la puesta de sol se convierte en un panorama inolvidable. La plaza que se asoma frente al edificio tiene la capacidad de hacerte parecer diminuto, casi como un liliputiense de cuento. Así es Tokio: vital y sorprendente, poliédrica e inabarcable. Sin salir del barrio conviene que os deis un paseo por un interesante jardín que fue diseñado como retiro imperial. Terminado en 1906, su césped son el refugio de muchos urbanitas que necesitan huir del ajetreo.

De noche el distrito se vuelve un lugar totalmente distinto pero igual de atrayente, lleno de lunes de neón y grandes rascacielos, al lado de pequeños comercios y tiendas familiares. Todo convive en perfecta armonía. Calles enormes con diminutos callejones. Todo pegado, todo entrelazado. Eso es Tokio.

 

 

 

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