Deliciosos secretos lisboetas

Al igual que nosotros, los portugueses disfrutan siempre de una buena comida con amigos, conocidos o familiares. Cualquier fiesta es una excusa perfecta para sentarse a la mesa y relamerse con los excelentes productos de un país con un clima privilegiado, una tierra fértil y unos marineros expertos que proporcionan a los cocineros alimentos de calidad. Buenos ingredientes de temporada, productos tradicionales y mucha imaginación son las constantes que han llevado a la cocina lusa a sumar muchas Estrellas Michelin en la última edición de los premios que se acaban de conocer. Los lusos han pasado de 14 a 21 establecimientos galardonados con esta importante distinción culinaria…Así que nos vamos de viaje por la capital vecina que rebosa de ofertas gastronómicas: restaurantes, bares, tascas, bodegas,…Mil y un lugar para chuparnos los dedos en un viaje sensorial por el olfato, la vista y sobre todo el gusto. Buscamos delicias lisboetas…¡Aquí tienes alguna de ellas!

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Comenzamos comiendo conservas…Sí, sí, conservas porque son tradicionales y porque, aunque a nosotros nos resulte difícil de imaginar, pueden ser tan deliciosas como un plato gourmet. Lo saben bien en ‘Can the Can, un restaurante de la misma Plaza del Comercio que abrió hace 4 años Rui Pregal da Cumha, el cantante de ‘Herois do mar’, un grupo musical que llegó a ser muy conocido en Portugal. Rui regenta un establecimiento moderno y acogedor en el que todos los platos se hacen con conservas de primera calidad. Hablamos de muchos tipos de latas: bacalao, pulpo, salmón, mejillones, sardinas, salmón…Casi todo lo que podáis imaginar se puede enlatar y conservar en las mejores condiciones para comer posteriormente.

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El menú del lugar es exquisito…Juzgad vosotros mismas: trucha ahumada, croquetas de pulpo, mojama de atún, ‘crudite’ de sardina, caballa con patata dulce y así varios platos más que podréis elegir en la carta. Ya os he dicho que Rui, el dueño, es un cantante retirado, pero es que el cocinero es un arquitecto griego que colgó el lápiz y el papel para dedicarse a otro tipo de creaciones más culinarias. Tienen pinta de ser dos enormes personajes que aquí han unido fuerzas.

Están preparando un libro para maridar 30 recetas de conservas y 30 canciones de música. Está claro que la cocina cada vez está más cerca del arte, en todos los sentidos…Seguimos hablando de conservas que merece la pena probar. En pleno centro, en la Rua dos Bacalhoeiros, se encuentra una de las más tradicionales y con más solera, la ‘Conserveira de Lisboa que lleva funcionando ininterrumpidamente desde 1930. Un antiguo empleado, Fernando da Silva Ferreira logró ahorrar suficiente dinero para hacerse con una parte de la fábrica que conoció su apogeo en los años 60 y 70. Levantó 3 marcas propias, Tricana, Prata do Mar y Minor que todavía hoy podéis comprar incluso para regalar. En cualquiera de esas latillas encontraréis un delicioso pedacito de mar.

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Sin salir de la Placa do Comércio hay que hacer una visita obligatoria al ‘Café Restaurante Martinho da Arcada’ el lugar favorito de Pessoa. Aquí veía pasar la vida tomando Rodnik’s, una absenta de 85 grados, ¡menudo campeón!. No comía, me cuenta el dueño del lugar, y cuando lo hacía apenas tomaba una tortilla. Venía todos los días a escribir y se pasaba horas y horas en estas paredes esperando la inspiración, por eso todavía conservan su mesa, quizá para que su espíritu no abandone nunca este espacio tan especial en el que también han estado Saramago y el cineasta Manuel de Oliveira. Si la absenta de Pessoa se os hace un poco fuerte, podéis optar por un café que os calentará el cuerpo, pero de otra manera.

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Pero si aún así preferís algo de alcohol para superar las bajas temperaturas, acercaros a la plaza del Rossío a tomar una ‘ginjiña’, una bebida que surgió en Lisboa y que a día de hoy congrega a cientos de personas todos los días frente a los puestos que las suministran. La base es una fruta parecida a la cereza y después se añade azúcar, canela,…y algún ingrediente secreto. Doy fe de que pocas bebidas consiguen unir a todas las clases sociales como esta. En la cola del puesto de ‘Espineira’, se amontonan turistas, estudiantes, obreros y ejecutivos, todos con la sola intención de tomarse un chupito de ‘ginjina’ con 22 grados de alcohol. ¡Mano de Santo para que vuelva la sangre al cuerpo!

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Después de un día caminando y pasando frío llega la hora de cenar y de reponer fuerzas en un lugar tradicional y como ‘dios manda’, que diría mi abuela. Abrimos la puerta de ‘Gambrinus’, un restaurante de ambiente tranquilo en el que se respetan las viejas costumbres y los camareros recogen los abrigos y ayudan a las señoras a sentarse. La decoración está trufada de vidrieras y antigüedades; y presidida por una chimenea de granito portugués…El menú, tradicional: gambas a la malagueña cocidas en cazuela de barro, mero a la marinera y tarta helada de avellana y chocolate. La cocina portuguesa es sabrosa y se diferencia de la nuestra en que usa abundantes especias por influencia de las colonias. Todo estaba delicioso, aunque lo más curioso es su método de elaboración del café: con balón. ¡Lo nunca visto porque delante de ti surge un líquido oscuro, que, dicho sea de paso, está riquísimo!

Comer aquí supone una media de 50 euros, pero si vuestro presupuesto es más ajustado, aprovechad a medio día. Por un precio mucho más módico os podréis comer en la barra las que aseguran que son las mejores croquetas de carne de todo Lisboa.

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Después de un sitio de etiqueta, nos vamos directamente a un mercado tradicional. Uno que funcionaba hasta hace solo unos años, pero que ha tenido que reconvertirse debido a la despoblación del centro. Es el Mercado da Ribeira que ahora se ha remodelado con el proyecto de ‘Time Out’. Venid conmigo que os lo enseño…La parte baja tiene un pequeño mercado de flores y está llena de puestos en los que cualquiera puede tomarse un pintxo de alguno de los cocineros portugueses más reputados y con estrella michelín. Ese es el caso de Henrique sá Pessoa, por ejemplo. En la parte superior hay un lugar moderno que esconde una cocina llena de sabor: Pap’acorda. Los propietarios de este lugar regentaban otro establecimiento del mismo nombre, que era uno de los restaurantes más antiguos de la capital. Pero la filosofía es igual en los dos sitios: sabores tradicionales y cocina contundente. Os puedo decir que el arroz con embutido de aves y huevo frito está para chuparse los dedos; y que la lubina con migas de papa y grelos la acaban de sacar del mar.

Si alguien tiene hambre, vamos a merendar a…’Manteigaria’, donde hacen unos pasteles de nata deliciosos…Los más conocidos son los de Belem, que probaremos más tarde, pero éstos son igualmente exquisitos y sería conveniente que probéis los dos para comparar. Su éxito es tal que fabrican 6.000 ‘pasteliños’ al día, casi todos en pocas horas, así que os los comeréis recientes.

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Reservaros un día para una buena cena en ‘A Travessa, un restaurante ubicado en pleno centro histórico. Para evitar los problemas de aparcamiento os pueden recoger en el lugar que les digáis con una furgoneta ‘Mercedes Vintage’ que os dejará en la misma puerta… Y aquí está la primera sorpresa porque se ubica en una parte del antiguo Convento de las Bernardas fundado en 1653 y destruido en el Gran Terremoto de Lisboa. El lugar es mágico y sus dueños han conseguido darle un ambiente acogedor y cálido. Antonio es portugués y su mujer, belga, lo que demuestra que a veces en la mezcla está el triunfo.

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Huevos revueltos con setas, patata dulce con queso feta y paté de queso fresco con tomate, como entrantes; y luego un plato principal a base de atún de esos que recuerdas toda la vida. ¡Mirad mi plato, más limpio que una patena!…No sé los kilos de más que llevo ya, pero pienso que solo se vive una vez y que la gastronomía también es cultura, así que hay que dejar sitio para el postre.

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Nuestro siguiente menú es más liviano y en medio del campo, en la ‘Quinta do Tagus Village, una finca de lujo con vistas a la bahía y una cuadra de caballos excepcional. Aquí hay animales de pura sangre con tal inteligencia que parece que van a hablar en cualquier momento.

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Luis Barradas ha cogido las riendas del restaurante después de haber estado años recorriendo mundo y experimentando con todo tipo de sabores. Propone platos como la sopa de algas y cangrejo, lubina con cítrico japonés y batata dulce, peixiños de horta y ostras de Setúbal de 4 años. Las que conocíamos hasta ahora eran de 2, pero Luis deja que crezcan para conseguir un ‘bicho’ grande y de apetitoso bocado. ¡Probadlas porque no os defraudarán!.

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Seguimos nuestro camino culinario hasta Belem donde tenemos que probar los famosos pasteles, que según la tradición se comen de 2 en 2. La receta es invención de un monje del monasterio vecino de los Jerónimos, aunque se patentó en la casa que hoy en día vende 22.000 piezas diarias. ¡Ahí es nada!. Solo 2 personas conocen la receta completa y son las únicas autorizadas para entrar en la cocina cuando se realiza la masa.

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El lugar siempre está lleno…No es raro que la cola llegue a la calle, aunque tranquilos porque se dan garbo despachando. Podéis jugar a intentar adivinar qué ingredientes componen esta delicia. Hay crema seguro. Harina también, pero a partir de ahí, ¿qué más?. Dicen que tienen solo 99 calorías…Habrá que creerlo porque están tan ricos que lo normal es que se coman calientes, recién salidos del horno, y se acaben antes casi de cruzar la cera. ¡Aquí está la prueba!

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Acabamos nuestro recorrido gastronómico de sitios secretos lisboetas en un lugar muy especial, la ‘Enoteca Chafariz do Vinho’, la primera de esta clase que hubo en la capital. Abrió en 1998 y se situó en un lugar privilegiado, el final de un acueducto que llega hasta la ciudad. Manfred, alemán de nacimiento, se casó con una portuguesa, y al instalarse aquí decidió hacer algo distinto a lo que entonces se veía. Ahora ofrece hasta 250 vinos, la mayoría portugueses.

Yo os recomiendo que probéis uno muy bueno que conocí en mi última visita. Se llama Cacavelos, un caldo con Denominación de Origen Controlada que gozó de mucha popularidad en tiempos del Marqués de Pombal porque él mismo era propietario de las tierras en las que se producía. Ahora la marca está intentando resurgir y ya exportan a varios países como Inglaterra, España o Brasil. Su producción todavía es limitada, pero su bodega tiene una visita para conocer de primera mano el trabajo que están realizando.

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Imagino que a estas horas y después de leer tal lista de delicias es imposible que no tengáis hambre…Pues sabed que todas ellas están a una hora de avión, en casa de nuestros vecinos y hermanos portugueses que nos esperan siempre con los brazos abiertos…Buscad ya billete y ¡Buen provecho!

 

 

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