Navidad en Viena

‘Christmas’ comienza oficialmente con un concierto que ven por televisión millones de personas. En la ciudad de la música por naturaleza, la que vio nacer a Schubert, Haydn y a los Strauss, las melodías navideñas suenan en todas partes, pero especialmente en la Wiener Konzerthaus, un edificio hecho por y para la música. Hoy nos vestimos de largo y nos ponemos nuestra mejor bisutería para asistir al concierto que ilumina la ciudad y que inaugura una época de compras y buenos deseos…¡Bienvenidos a ‘Christmas in Vienna’!

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Los preparativos para el gran evento pueden convertirse en una fiesta!!!!Sobre todo si tenéis la suerte de alojaros en el Grand Hotel, un lugar histórico en el que las Suites tienen la dimensión de un piso y una decoración clásica que os sumerge en otra época. Primero baño relajante, después cena en ‘Le Ciel’, su restaurante del último piso con vistas a la ciudad iluminada, y por último paseo hasta el ‘templo’ de la música que a esas horas está ya abarrotado por la crema y la nata de la ciudad.

La ‘première’ se graba para retransmitirla por televisión porque en Austria hay acontecimientos musicales que también son grandes hitos de audiencias. Ya en la entrada la expectación es máxima y la emoción es grande. Imagino que así se sienten los aficionados al fútbol justo antes de presenciar una gran final: expectantes y excitados a medida que avanza la cuenta atrás…¡Y comienza el espectáculo!

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El primer tema fue especialmente emocionante porque fue un homenaje a Leonard Cohen fallecido hace solo unas semanas. Su Allelujah sirvió para poner en marcha toda la maquinaria: la orquesta Sinfónica, la Coral y los Niños Cantores de Viena junto a cuatro reconocidos cantantes del panorama mundial; La soprano Angela Denoke, la mezzosoprano Vesselina Kasarova, el tenor Noah Stewart y el barítono Günter Haumer bajo la batuta del director Erwin Ortner consiguieron levantar al auditorio en los primeros minutos del concierto por su maestría. ¡Recordar ese momento me sigue poniendo los pelos de punta!…Aunque era solo un aperitivo de lo que faltaba por llegar, bellísimas composiciones como el ‘Domine Deus’ de Rossini, el ‘Sanctus’ de Gounod y ‘Gesù Bambino’ de Yon formaron un fabuloso repertorio que traía constantemente a la mente los sonidos navideños de estas fechas…

Pero quiero hacer varios incisos porque el repertorio tuvo un curioso y especial acento español. Para empezar con la increíble ‘Malagueña’ de Ernesto Lecuona, una partitura no muy conocida entre el gran público de nuestro país, pero que gustó mucho al austriaco. Quizá porque en los primeros compases se ve que es distinta, quizá porque se reconocen instrumentos tan nuestros como las castañuelas y la trompeta, quizá porque los músicos y el director comienzan a hacer gestos más ‘largos’ para mover los instrumentos, quizá por alguna de estas razones o por ninguna de ellas, lo ciento es que la interpretación arrancó aplausos grandes y a mi me llenó de orgullo. Pero el toque hispano siguió presente con varias canciones como la ‘Navidad Negra’, el Villancico ‘Corramos, corramos’ típico de Venezuela y el ‘Feliz Navidad’ de José Feliciano.

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Aunque la mayor sorpresa de la noche me la llevé con el norteamericano Noah Stewart, un joven tenor nacido en Harlem que está consiguiendo asentarse en el mundo de la música clásica con mucha rapidez. Su voz es poderosa y recuerda a la fastuosas voces negras que nos han llegado desde América en las últimas décadas. Interpretó en solitario una canción tradicional espiritual titulada ‘I want Jesus to walk with me’, ‘quiero que Jesús camine conmigo’, que nos dejó a todos con el corazón encogido y deseando más. Stewart pisó el escenario de la Konzerthaus con unos zapatos relucientes de puntera y con sus calcetines rojos de la buena suerte…Nos lo contó en un curioso encuentro que tuvimos con él en el cocktel posterior. Le pedimos una foto y después la conversación surgió con naturalidad…Y ahí fue donde nos confesó que era su primera vez en la capital austriaca y que estaba muy, pero que muy nervioso…Y cuando le expresamos con entusiasmo lo que nos había gustado, nos regaló una enorme sonrisa en la que se veía al niño que cumple un sueño…¡Y fue un momento mágico que me hizo recordar lo humanos que son los cantantes, aunque a veces los miremos como si fueran dioses!…

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En el evento había gente de todas las edades, aunque la mayoría rondaba la treintena, la cuarentena y la cincuentena…Triunfó el negro, el tacón de aguja y las joyas porque para los austriacos ir a escuchar música es importante aunque solo sea porque alimenta el alma y reconforta el espíritu…Me gustó ver que todavía hay países en los que los cantantes de ópera son tratados como auténticas estrellas de rock, o mejor, como astros del fútbol…

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Este concierto de Viena, sus mercadillos, sus luces en las calles, sus bolsas de nieve auténticas y sus conciertos de coros en las iglesias han inaugurado una Navidad que promete buenos deseos a raudales, los que yo os mando a todos vosotros. ¡FELIZ NAVIDAD!

 

 

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