Pocos sitios hay ya en los que te puedas sentir como una Princesa, como todas esas nobles que vivieron en este Valle rico y bendecido por poderosos Reyes. Pero uno de esos lugares está en una región con un patrimonio excepcional, unos bosques inmensos y un Río Salvaje que nunca se ha dejado dominar. El Loira te permite sentirte princesa por un día, alojándote en un Castillo, comiendo como un señor y durmiendo como una reina. Hoy te llevo al interior del ‘Château de Chissay’, una fortaleza histórica por la que han pasado nobles y políticos y en la que se han escrito páginas de la Historia…Pero luego también iremos a pasar una noche a un lugar especial, un barco típico del Loira.

Nada más cruzar su puerta, tomas conciencia de entrar en un lugar ‘con espíritu’. Un espacio en el que el tiempo se ha detenido y en el que las piedras han sido testigos de multitud de idas y venidas políticas. Carlos VII y Luis XI se alojaron en estas paredes que ahora pueden ser tu morada. Ha sido propiedad del Señor de La Bourdasiére, del Duque de Choiseul, del Conde Marolles, próximo a la Emperatriz Josefina, y del Barón y la Baronesa Gartempe. Sus descendientes son los que acogieron en 1940 al jefe del gobierno Paul Raynaud que eligió Chissay como su cuartel general. En sus salones se han debatido y tomado decisiones trascendentales para el país, entre ellas las que puso sobre la mesa el propio general De Gaulle.

Los sitios que han vivido mucho, tienen mucho en su interior, igual que las personas, y quizá por eso cualquier experiencia en Chissay es distinta. Están las habitaciones históricas, como la ‘Troglodita’ de 80 metros cuadrados, o la ‘Carlos VII’ con salón privado; y están otras que llamaremos más ‘normales’ , pero no por ello menos encantadoras. Todas las ‘chambres’ son grandes, tienen chimenea, baño y techos altos. En ellas se puede casi bailar, y su luz tenue recuerda a cómo debía de vivirse en la época en la que se alojaban los nobles que dirigían los destinos del país.

Su comedor es también excepcional. ‘LaTable du Roi’ es amplio, con aire de estancia real llena de tapices y en él se habla casi con susurros para no perturbar el ambiente reinante. ¡Se oyen perfectamente los cubiertos de todos los comensales!, así que, ¡cualquiera eleva aquí un poco la voz!…Una maître seria y rigurosa os aconsejará con diligencia sobre el menú o el vino…Es comida tradicional, bien hecha y muy bien presentada. Si os ofrecen carne de caza y os gusta, probadla, ¡está deliciosa!. La noche en Chissay servirá para que experimentéis lo que es servir una mesa ‘a la francaise’.

En una sociedad que cambia constantemente y a cada paso, ser capaz de detener el instante puede ser todo un reto, y un placer en sí mismo…Ese es el objetivo de los llamados ‘hoteles particulares’, establecimientos abiertos en edificios singulares o con historia, que permiten a los clientes pasearse o dormir en lugares en los lo hicieron personas distinguidas de otro tiempo.

Recuerdo perfectamente el dulce despertar de esa mañana en el Castillo de Chissay. La paz de abrir los ojos y no oír nada, o mejor, oír la naturaleza pura, con pájaros y plantas incluidas…Eso es lo que debe querer decir dormir como una reina…Aunque así de bien se puede descansar no solo en un Castillo. También una barca en las tradicionales ‘toues cabanées’ la tarde-noche puede convertirse en una experiencia perfecta para recomendar. Lo hacen muy bien en una empresa llamada ‘La Batelière sur Loire’ donde os alquilan por noches estas pequeñas embarcaciones totalmente reformadas y con todas las comodidades disponibles: desde cocina a WC, pasando por la ducha. Lo ideal es llegar al caer la tarde para disfrutar de la puesta de sol…Pero antes, un pequeño paréntesis para hablaros de una actividad simpática para realizar de camino y con la que acabaréis encantados siempre que consigáis manteneros en pie. Hablo de un paseo en ‘segway’ por los viñedos del Dominio de Paget.

No es difícil, lo digo para que nadie se asuste, pero reconozco que si tuviera que montar una empresa con ellos me moriría de hambre. Los ‘segway’ se dominan con el movimiento del cuerpo y como este no sea perfectamente coordinado os podéis pasar todo el camino a 2 por hora, que es lo que me pasó a mi…Lo dicho, una experiencia estupenda, si sois más hábiles que yo.

De vuelta a nuestra barca, Monsieur e Madame Trova llevan un negocio en auge de pernoctaciones en barcos tradicionales del Loira. Son embarcaciones diferentes porque tienen el fondo muy plano y no demasiado hondo ya que el Río cambia a menudo su orografía debido a que el fondo es muy arcilloso y se mueve dependiendo de las corrientes…Por eso se dice que es salvaje, porque en todos estos siglos no se le ha podido dominar y se mueve a sus anchas…

Os decía que el mejor momento es llegar por la tarde, para disfrutar de la puesta del sol. Os prepararán una cesta con todo lo que podéis necesitar para una buena cena y una buena botella de vino local para brindar con vuestro acompañante por lo que queráis: los buenos momentos, las buenas compañías, la vida, la amistad…¡Tantas cosas importantes que a menudo olvidamos!. La oscuridad se irá cerniendo sobre vosotros, hasta que solo algunas velas os permitan acercaros a la cama…Un día ha acabado, pero otro está por llegar…¡No os perdáis el amanecer porque es un espectáculo todavía más hermoso!. Los naranjas y rojos son intensos, fuertes, poderosos…  

En comunión perfecta con una Naturaleza que reivindica su espacio y que en general es respetada. Con la luz viene la vida, y también el desayuno: ¡croissants franceses de mantequilla recién hechos!, ¡mermelada casera!, ¡mantequilla sedosa!, café caliente…¿Se le puede pedir más a la vida?. No creo. Voilá dos maneras de felicidad absoluta en el Loira. Dos formas de sentirse una reina y de disfrutar de todas las grandes y pequeñas cosas que ofrece una región que cada mes del año se reinventa. ¡Si no la conocéis, mucho estáis tardando!