No hay ciudad en el mundo que se le parezca. Solo pisarla es toda una experiencia porque es el trozo de tierra más disputado. Conquistada en innumerables ocasiones, totalmente arrasada 5 veces y reconstruida otras tantas, la ciudad sagrada de los cristianos, musulmanes y judíos tiene alma y personalidad propia. Pero más allá de los lugares santos que atraen a millones de personas, Jerusalén tiene mucho que ofrecer, sobre todo en estas fechas porque tiene de todo. He aquí una pequeña idea de alguna de las experiencias únicas de esta ciudad que se mueve al ritmo del toque de campanas, la llamada del muecín y el shofar hebreo. Pero que también esconde una parte moderna y vital en la que el contacto con la población local permite acercarse mucho más a su cultura.
BEN YEHUDA.Dicen que a los pueblos se les conoce por lo que comen y un buen punto de partida de nuestra ruta no-peregrina puede ser este fabuloso mercado de la parte más moderna. Todo lo que os pase por la cabeza se puede encontrar en los puestos que se alinean a uno y otro lado. Es el lugar perfecto para comer, sobre todo ahora que se puede comprar una tarjeta Bite Card. Os permitirá degustar hasta 6 productos de distintos puestos. Con ellos os aseguro que no os quedaréis con hambre. Hay varios tipos de mercados como el iraquí y el georgiano, y toda clase de productos como zumos (mezclad varios ingredientes como el jengibre, la manzana o el pomelo… Las combinaciones más raras a veces son las más excitantes) ,hummus, falalel o todo tipo de comidas locales.
El barrio es un lugar excepcional que bien tiene un paseo…Paraguas de colores adornan una de las calles más transitadas: cafés, restaurantes, tiendas de diseño, pequeñas boutiques de bisutería, todo lo que se os ocurra para estar a la última lo encontraréis callejeando. Cada pequeño rincón tiene un toque mágico que lo hace distinto y singular…
ESPECTÁCULO TORRE DE DAVID. Es un buen punto para comenzar la visita a una ciudad tan compleja y poliédrica porque actualmente acoge el museo de historia de Jerusalén, una buena manera de familiarizarse con la enorme lista de pueblos que han pasado por aquí: asirios, babilonios, persas, romanos, otomanos,…la ristra es larga. Todos ellos aparecen en el museo y también en el espectáculo nocturno que tiene lugar en el recinto al caer la noche. Es interesante, emocionante y no muy largo, 45 minutos, por lo que te deja con muy buen sabor de boca. La historia de las invasiones aparece proyectada en el interior de los muros, envolviendo al espectador en el mundo de imagen y belleza que el audiovisual recrea.
La Torre de David es en realidad uno de los Palacios de Herodes el Grande, el personaje histórico que todos conocemos por la Biblia. El monarca fue un constructor incansable, además de un déspota reconocido, y pasear por los muros que en algún momento acogieron su presencia es el primer contacto de realidad con una ciudad en la que si las piedras hablaran podrían dar muchas y largas lecciones de historia.
Herodes hizo construir en el palacio tres enormes torres, una de las cuales podría estar inspirada en el Faro de Alejandría, una de las siete maravillas del mundo antiguo. Es una construcción muy basta, pero muy impresionante, incluso a día de hoy, así que es fácil imaginar lo que debía de imponer a la población hace más de 2000 años. Después de El Grande, vino el Procurador Romano y por eso se dice que éste fue el lugar en el que fue juzgado Jesús. Los musulmanes y los turcos también dejaron su pequeña impronta en este lugar que fue testigo de la rendición de la ciudad en 1917 tras cuatro siglos de dominación otomana…Pero aquí sigue…A día de hoy la Torre de David continua siendo testigo de las aventuras y desventuras que esta intensa ciudad, que es el centro del mundo para millones de personas.
MUSEO DE ISRAEL. Pocos museos habrá con colecciones arqueológicas tan importantes. El paseo abarca 5.000 años de historia de esta región en la que crecieron y se desarrollaron civilizaciones muy importantes de la antigüedad. Antes de comenzar la visita no os perdáis la maqueta de la ciudad en uno de los patios centrales del edificio. Fijaros bien porque permite hacerse una idea de las dimensiones de Jerusalén en época de Cristo, cuando era una de las ciudades más importantes y avanzadas de su tiempo. Sorprende mucho el Segundo Templo, mandado erigir por el ya citado Rey Herodes sobre los restos del Primero. Sus dimensiones son apabullantes: ocupaba un tercio de la ciudad y para llevarlo a cabo hubo que levantar una serie de túneles y pasadizos que hoy en día resultan una monumental obra de ingeniería.
Los tesoros escondidos en este museo se cuentan por cientos, tanto es así que podríais pasaros el día entero perdidos en sus pasillos y ensimismados con sus piezas…El ala más popular es el dedicado al Santuario del Mar Muerto donde se guardan los manuscritos encontrados en 1947 y que se remontan a los años 132 y 135. La exposición habla de la historia de los esenios y lo interesante es que permite ver alguno de los originales…Solo tenéis que llegar a un lugar con un curioso tejado que se divisa casi desde cualquier parte del edificio.
El Museo de Israel guarda muchas más cosas…Si os gusta la historia explorad las otras estancias porque aquí se encuentra la colección de arqueología bíblica y de Tierra Santa más extensa del mundo. También es un buen momento para familiarizarse con algunos aspectos de la tradición judía que nos son totalmente desconocidos como el ritual de nacimiento, la circuncisión, la boda y hasta el tradicional contrato matrimonial que durante siglos ha servido para regir la convivencia marital.
YEMIN MOSHE. Barrio bohemio, ahora muy caro y tranquilo que recordaréis por sus vistas y sobre todo por su molino…¿Un molino?, os preguntaréis. Pues sí…Y el molino tiene historia. Yemin Moshe fue uno de los primeros barrios que se crean cuando los habitantes de Jerusalén tienen que salir de las murallas. Los judíos, los más pobres en aquellos momentos, lo hacen los últimos, y no sin antes asegurarse el apoyo de un filántropo inglés, de nombre Montefiori. Les ayuda a crear una comunidad agrícola y les da dinero para comprar tierras. También les construye casas, a pesar de lo cual nadie se anima a salir de la protección de la fortaleza. Finalmente logra que unos cuantos se establezcan en la zona, y después de las constantes quejas por la necesidad de aventurarse para conseguir pan, les construye un molino. Este debería de haber sido el fin de sus problemas, y sin embargo fue el principio. Los árabes, recelosos del artilugio, mandaron a un imán que echo la maldición de que ‘nunca molería’. Los judíos respondieron con un rabino que aseguró que él no podía revertir esa condena, pero sí lanzar otra nueva: El molino ‘Vivirá por los siglos de los siglos’. Y lo cierto es que las dos cosas se han cumplido. El Molino no molió nada, pero no se ha caído…así que misión cumplida para los dos religiosos.
Todo esto ocurrió durante el mandato otomano, y cuando llegó Teddy Kollek, un carismático alcalde que gobernó la ciudad entre 1965 y 1993, entendió que había que rescatarlo. Hoy es un lugar en el que poca gente vive todo el año. Las casas antiguas son tan exclusivas que han sido compradas por ingleses, franceses, americanos, suizos,…gente de poder económico que pasa pequeñas temporadas…Merece la pena destacar el proyecto que ha puesto en marcha la Municipalidad y que consiste en invitar durante un año a artistas de todo el mundo a que vivan aquí y donen una de sus obras al final de la estancia. Yemin Moshe es un lugar muy agradable, un lugar en el que intuyes que hay muchas historias detrás de los muros. Intuición que se vio totalmente constatada al tener la oportunidad de asistir a una jornada de puertas abiertas de ‘Casas Especiales’. La iniciativa es muy interesante y ofrece la posibilidad de conocer la historia de alojamientos con mucho abolengo y sobre todo las peripecias de sus dueños.
Recorrimos varias, pero quiero señalaros la curiosa estancia de Birgitta Yavari-Ilan, una artista y escritora que vive en este tranquilo barrio de Yemin Moshe y que llegó a este país como protesta a la situación política que tuvieron que sufrir. Ella estudió decoración en Estocolmo y arte en Estados Unidos y ha trabajado como ilustradora para diversas publicaciones israelíes e internacionales. Es una mujer con mucha luz, muy dulce en el hablar y con una parte mística muy evidente. Nos cuenta que adoptó varios hijos-en casa llegaron a ser casi una docena-y que este país la ha hecho muy feliz. Claro que no es de extrañar con las vistas que se contemplan desde el balcón de su casa…Como dice el que fue mi guía durante el viaje Riki Grunewald (de los mejores que he tenido en mi vida: preparado, buen divulgador, con paciencia de oro y abierto de mente…Vamos, ¡una auténtica joya!) ‘las casas especiales normalmente tienen inquilinos especiales’…En Jerusalén parece que sí
HOTEL KING DAVID. Pocos hoteles en el mundo tienen la trascendencia histórica del King David de Jerusalén. No hay mandatario internacional, actor de Hollywood o celebridad que haya pisado esta ciudad en las últimas décadas y no se haya alojado aquí. Sus paredes guardan secretos que historiadores y chismosos matarían por saber. Y sus exteriores han protagonizado episodios de historia sangrienta desgraciadamente imborrable.
Tiene 5 estrellas, por supuesto, unas vistas a la ciudad vieja que cortan la respiración y una vida tan rica que hay quien ha llegado a decir de él que es el templo laico de una ciudad 3 veces Santa…Así que con esto, poco más que añadir!!!!
El King David fue la idea de un banquero judío afincado en Egipto, aunque para el proyecto recurrió a un arquitecto suizo que buscó inspiración en la historia de los asirios, los hititas y los fenicios. Emile Vogt creó un ambiente con reminiscencias bíblicas que hoy persiste en todas las estancias. El edificio fue finalmente inaugurado en 1931 y en muy poco tiempo se convirtió en la residencia oficial de los grandes personajes del Mundo que visitaban Jerusalén. El hall está hoy repleto de fotografías y firmas, estas últimas estampadas en el suelo, que producen el efecto de grandes recordatorios de un tiempo que afortunadamente ya pasó… Durante mis primeros años de periodismo activo hablábamos del King David de Jerusalén como del Palace de Madrid, un día sí y otro también. Todos los anuncios importantes del gobierno israelí relacionados con el proceso de paz se producían aquí. Las grandes agencias internacionales de noticias, Reuters y APTN, ofrecían en directo las ruedas de prensa que tenían lugar en estos salones que hoy están vacíos y silenciosos, pero que yo piso con curiosidad intentando rememorar las imágenes de aquellos días.
En el King David se han alojado todos los presidentes norteamericanos de las últimas décadas y la mayoría de los primeros ministros británicos. Aquí han pernoctado desde Alfonso XIII a Abdalá de Jordania, pasando por el Emperador de Abisinia, Haile Selassie o los Reyes Jorge II de Grecia y Pedro de Yugoslavia en la época en la que huían de los Nazis…Hoy es un buen lugar para tomarse un café mientras se mira y se huele el ambiente a poder que todavía destilan sus baldosas. Decía Byron que este era el único buen hotel que ofrecía Asia…’Cada momento que se pasa en él es un momento bendito’.
MAR MUERTO. He dejado para el final esa experiencia mágica que contaréis a compañeros y amigos…A vecinos, conocidos y a quién os pregunte por vuestras vacaciones…El experimento os gustará tanto que acabaréis con alguna foto en vuestro estado de ‘whats’App’, ¡ya lo veréis!. Soy mujer de tierra adentro, así que mi experiencia en el Mar Muerto me recordó a la misma emoción que sentí las primeras veces que me asomé al Océano. Aquí no hay ese azul intenso, es más bien turquesa; ni esas olas que te golpean hasta casi hacerte caer. Aquí es todo tranquilidad y buena temperatura, es raro que baje de los 25 grados incluso en invierno. Cuando abandonas tu cuerpo comienzas a flotar…sin ningún esfuerzo. Eres como una boya gigante…Es tal la placidez, que sientes que podrías estarte días enteros tumbado al sol…Y ese es precisamente el problema, el sol. Es muy fuerte, y si no vas bien protegida, te achicharra.
Ya sabéis que el Mar Muerto es famoso por ser el lago más salado del mundo. Su salinidad es muy superior a la de cualquier océano. No hay ser vivo dentro de él salvo algunos microorganismos que están siendo estudiados por los científicos, ¡con eso os lo digo todo!. Son aguas ricas en potasa, bromuro, yeso y sal, claro, y así se comprende la cantidad de tratamientos que ofrecen todos los complejos hoteleros que hay a su alrededor. También son muy conocidos sus famosos barros que te dejan la piel como la de un bebé. Imprescindibles si llegáis hasta aquí. Y esa es sin duda la foto que enseñaréis sin parar. El Mar muerto también tiene grandes depósitos de asfalto, hasta el punto de que los antiguos egipcios lo usaban en el proceso de momificación. ¡Increíble!, ¿no?…Como veis Jerusalén ofrece muchísimas posibilidades…Aprovechadlas todas porque todas son especiales…Momentos que recordaréis en una tierra que destila energía…