La Patagonia y el mejor viaje de novios

Para mi se trata de uno en el que visites lugares recónditos a los que es difícil llegar, ciudades que guarden misterios que el viajero tiene que descubrir y todo ello en alojamientos cómodos y con buenas vistas…Todo esto se cumple en el viaje que hoy os voy a proponer para los amantes de la naturaleza grandiosa en general y para los recién casados en particular. Es una mezcla de lujo y pequeña aventura que seguro que os va a encantar: un crucero por los canales de la Patatonia. ¿Qué os parece?…Vamos a ello…  glaciar-8

Son 4 días llenos de experiencias insólitas para un occidental. Para empezar, ¿quién ha visto en el Hemisferio Norte un pingüino?. Pues aquí podréis acercaros hasta tenerlos a menos de un metro. Uno de los desembarcos más fascinantes es el que se realiza en los Islotes Tuckers, peñascos en los que un humano no puede poner un pie porque son territorio de las aves pelágicas. No podréis bajar pero sí podréis ver a un tiro de piedra una enorme colonia de pingüinos magallánicos que vienen a reproducirse y a cambiar su pelo.  glaciar-12

Mirarles es una auténtica delicia…Se podría estar horas y horas viendo su torpe caminar que sin embargo casi no se interrumpe. Se mueven despacio, pero al final del día se han recorrido todo el islote. Los pingüinos son monógamos, pasan con una única pareja toda su vida y recorren medio mundo para reproducirse en la misma playa de la que salieron. Agotaréis la batería de vuestra cámara cuando os acerquéis a ellos, ¡ya os lo advierto!. Y ¿cuál es el macho y cuál es la hembra? Os preguntaréis al verlos…Pues “saberlo es un auténtico desafío”, me contestó Felipe, mi guía en español. Al parecer la cabeza del primero es un pelín más cuadrada que la de la fémina…¡Intentad distinguirlos con vuestra pareja o amigos! A ver qué pasa… glaciar-19

En el mismo recorrido conoceréis también a los Cormoranes Imperiales, ave que solamente se puede admirar en el sur de las costas antárticas y aquí, en la Patagonia. Son unos preciosos animales que pueden llegar a medir 80 centímetros y tienen una cresta negra que los distingue rápido…Aunque hay otra cosa que nos da una pista de que están cerca: el apestoso olor que rodea su comunidad y que choca frontalmente con la belleza del Cormorán. Escuchar el sonido que producen os puede transportar a través del tiempo porque es el mismo que oyeron los primeros descubridores europeos y posteriormente expedicionarios como Darwin o el Capitán Fitzroy. No estáis haciendo una travesía normal. Estáis surcando aguas desconocidas durante siglos para el Mundo Conocido y temidas por muchos navegantes avezados… glaciar-9

Desembarco inolvidable es también el del Glaciar Pía, uno de los pocos de toda Sudamérica que se sospecha que puede estar creciendo. El calentamiento global está haciendo mella en el Canal Beagle (recordad llevar vuestra crema protectora porque os hará falta) pero hay unos pocos hielos que consiguen hacer frente a este fenómeno destructor. El Pía es una enorme mole de no menos de 1300 metros de altura, que podréis ver y también oír a unos pocos metros. ¿Por qué digo lo de oír? Pues porque en ese entorno, el silencio más ensordecedor solo es roto por el crujido del hielo al caer al agua. ¡Y de verdad que es emocionante!, aunque también hay que tener cuidado porque si el desprendimiento es muy grande puede provocar pequeñas olas que lleguen a la orilla. Recordad en esta parte del Planeta, la Naturaleza no se puede controlar, es una fuerza indómita y avasalladora que da lo que quiere, cuando quiere y a quién quiere. En la Patagonia tienes todo el tiempo la sensación de ser el visitante, el ‘mirón’ privilegiado al que se le permite echar un vistazo en un entono protegido del ser humano…Por eso este viaje es tan especial… patagonia-21

Aunque si hay un lugar salvaje de todo la ruta ese es el mítico ‘Cabo de Hornos’. Ni las predicciones meteorológicas más precisas del Ejército pueden determinar con exactitud qué tiempo va a hacer cuando lleguemos a las coordenadas exactas (55º58’48”S 67º17’21” O) , así que nadie; repito, nadie, puede garantizar el desembarco. Cabo de Hornos es un promontorio considerado como el último trozo de tierra antes de la Antártida. Un punto geográfico emblemático para navegantes en el que están hundidos al menos 800 barcos y enterrados 10.000 hombres. Su fama era tal que durante unos años se puso de moda venir a hundir el velero para que el seguro pagara posteriormente uno más caro y a vapor. Picaresca aparte, lo cierto es que es un lugar complicado en el que los vientos pueden llegar a los 200 kilómetros por hora. También puede ser una sorprendente ‘balsa de aceite’ aparentemente inofensiva, porque como siempre en la Patagonia, las condiciones meteorológicas pueden cambiar en cuestión de segundos…Y diréis, ‘qué exagerada’, y una vez allí, os acordaréis de mi y comprobaréis que es literal.  stella-1

Cabo de Hornos cuenta con un farero, un señor que normalmente tiene una familia y que durante un año no puede salir de las casi 5 hectáreas de este promontorio en el que en la era de las comodidades y la seguridad, cada jornada es una pequeña aventura. No ven a nadie en muchos días y a veces en meses. Los niños reciben clase por internet o con su madre que se convierte en maestra improvisada. No es la primera vez que se quedan sin calefacción o que el frío destroza sus cañerías. Con todos estos detalles no es difícil comprender que algunos fareros cuenten los días para salir de allí como si fueran presos. Yo no puede hablar con ellos porque al llegar a la zona todo volaba. Es uno de los riesgos de venir al que durante siglos fue considerado ‘El Fin del Mundo’: la Naturaleza, insisto, no se controla. No desembarcamos pero a cambio el Capitán nos ofreció una de las experiencias más formidables de mi vida: rodear el Cabo de Hornos. En la práctica esto supone salir al temido Mar de Drake, el lugar en el que se unen los dos Océanos más grandes de todo el Planeta y el sitio en el que ya sin el resguardo de la tierra ,el ‘Stella Australis’ queda expuesto a olas que fácilmente alcanzan los 10 metros y vientos que sobrepasan ampliamente los 100 kilómetros por hora. Y esa fue mi gran experiencia de este viaje: agarrada a la barandilla de la última planta, luchando contra el viento para mantenerme en pie, y pensando en todos los navegantes que durante siglos quisieron atravesar ese lugar en el que los marineros de la zona aseguran que está el diablo amenazando con cadenas a los buques que se atreven a perturbarlo. Muchos lo consiguieron, otros no; pero si un barco moderno, provisto de los últimos adelantos técnicos se mueve como el nuestro en medio de un pequeño temporal, no quiero ni imaginar cómo se balancearían los ‘cascarones’ del siglo XVI a merced de una auténtica tormenta.

Hay que reconocer que eran hombres de otra pasta…Y muy atractivos, por lo menos alguno de ellos. Se dice que el corsario Francis Drake, el primero que según los Ingleses surcó este mar, fue nombrado Sir en su barco nada más llegar a Plymouth a manos de la propia Reina Isabel. Sabido era de todos que la soberana no trataba mucho con ninguno de sus súbditos, así que algo tendría el pirata inglés que lograba sacarla de palacio…

Creo que tenéis muchas razones para incluir ese viaje en vuestra lista de ‘pendientes’. Bien sea solos o en pareja, de luna de miel o en unas vacaciones , la travesía del Australis es magnífica por muchas razones más, aunque eso lo dejaré para otro post. Por qué aquí disfrutaréis de lujo de verdad… Pero, ¿qué es de verdad el lujo? (CONTINUARÁ)

 

 

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *