Hay muchos Túnez y todos están en este, pero si hay uno que atrae por su halo de misterio y peligrosidad, por su fama de indomable y bello es el Túnez del desierto del Sahara, una franja inagotable de arena que devora todo el norte de África y que es tan grande como Estados Unidos…
Entrar en él supone siempre una pequeña aventura porque surcar sus dunas puede traer sorpresas y experiencias inolvidables, así que nos montamos en nuestro jeep en busca de oasis y escenarios de película. Lo hacemos en Tozeur, la capital del sur del país, la puerta de entrada a esa inmensa extensión de arena en la que los 4×4 son parte del paisaje natural. Una advertencia chicas antes de ponernos en carretera: en el desierto, todo lo que se quiere proteger, del sol o de los bichos, se tapa…Lo más cómodo es calzarse un pantalón amplio y unas botas…Por mucho calor que haga, y eso hay que darlo por supuesto en verano, nada de vestidos ni sandalias o es probable que os arrepintáis.
Ya vamos a buscar dunas y lo primero que vemos son enormes extensiones de palmerales. Tozeur tiene la segunda superficie más grande de todo el país con cerca de 200.000 árboles, y eso tirando por lo bajo…Las hileras son infinitas y constituyen una de las principales fuentes de riqueza para los agricultores locales porque cada palmera puede dar entre 100 y 150 kilos de dátiles al año. En esta latitud tienen el clima ideal para dar buenos frutos: raíces en suelo mojado y fuego en la cabeza…Si llegáis hasta aquí tenéis que probarlos y veréis qué sabor tan especial. En realidad si llegáis hasta aquí hay que echarse a la boca todo lo que según la tradición popular árabe es afrodisiaco, es decir: dátiles, leche de camella y ‘legmi’, una especie de zumo de palmera obtenido tras desangrarla toda la noche. Dicen que es delicioso y que activa todo el cuerpo…Lo dicho, si lo tenéis a mano no desaprovechéis la oportunidad de probarlo porque son sabores que sólo en valoran en los lugares en los que se producen. Túnez es el primer exportador del de los llamados ‘deglet nour’, dedos de luz, los mejores dátiles del mundo que se distinguen porque son muy claros y su pepitón se puede ver al trasluz.
Vamos en busca de los oasis cuya imagen tenemos en nuestra cabeza por películas y series, sabiendo que puede que no sea eso lo que nos encontremos…Seguimos la carretera, recta y monótona hasta Chebika, Tamerza y Midès…El primero lleva el nombre del pueblo casi desierto que hay al lado. La mejor vista se encuentra al llegar porque desde allí se divisa el verde que refresca el ambiente que un día de calor puede llegar a los 45 grados a la sombra. La temperatura al sol casi mejor no mirarla porque la sofoquina quita la respiración…
Esto es el desierto en verano, una sartén en ebullición; aunque no hay mal que por bien no venga…Allí donde se proyecte una sombra, habrá un puesto con un vendedor que os ofrecerá ‘barato, barato’ algún collar, alfombra, bolso o demás baratijas de recuerdo. Lo más práctico puede que sea un turbante que os proteja del sol, del viento y de la arena…
Tamerza tiene unas cascadas y unos manantiales en los que os podréis bañar o en su defecto refrescar, sobre todo en los días en los que os asfixie el calor. Sentir el agua en medio de un clima tan árido es inolvidable…Un placer difícilmente imaginable cuando nunca has sentido la falta de líquido…
Nos queda por visitar Midès, encaramado en lo alto de un prolongado desfiladero que algunos turistas se atreven a hacer a pie. El lugar tiene algo de paisaje lunar… Es tan especial que ha servido como escenario para diversas películas entre ellas ‘El paciente Inglés’ y la archiconocida ‘Guerra de las Galaxias’. Sentaros un segundo entre las rocas desde las que se divisa el serpenteante desfiladero y sentiréis la paz de la naturaleza más poderosa!!!! Y preparaos para que os ofrezcan las ‘rosas del desierto’, rocas sedimentadas cuando se han formado diversas capas de yeso, agua y arena. Es un cristal de color marrón oscuro y forma de flor que puede resultar un bonito recuerdo porque sólo se producen aquí debido a las extremas temperaturas…
Al salir de Midès la temperatura sigue superando los 40 grados, pero el cielo ha cambiado: es oscuro y amenazador. El Sahara no siempre es brillante, tiene una parte gris que provoca oscuros presagios
‘¿Qué ocurre?’, le pregunto a Said, mi chófer. ‘La arena está suspendida’, me responde, ‘cuando baje habrá tormenta. No sabemos cuando va a ser’… ‘Hay que mirar si los pájaros vuelan bajo…Es la pista que no falla…’
La tormenta está en el aire, algo va a ocurrir pero nadie sabe si va a ser en unos minutos o en unas horas…Por lo pronto aparecen en nuestro camino una manada de camellos. Son grandes, algunos llegan a los 2 metros y nos miran con desconfianza…¡Pero son impresionantes! Es como introducirse de golpe en un mundo que solo aparece en las películas de aventuras…Pero ahí están, sin saber muy bien por qué otra ‘manada’ de turistas les fotografía como locos…Quisiera tocarlos pero sé que es peligroso porque se defienden con patadas y escupiendo saliva que produce un gran ardor al contacto con los ojos, así que hay que ser prudentes.
Me quedaría toda la tarde mirándolos, casi sin creerme que son criaturas reales, y no invento de un director de decorados norteamericanos. Aunque la verdad es que casi todo lo que aparece en las películas de ciencia ficción está localizado en algún lugar de la tierra…Aquí por ejemplo se ubicó la primera parte de La Guerra de Las Galaxias…
Se rodó en Matmata, en las viviendas trogloditas de los bereberes, construidas en medio del desierto, tras excavar varias capas de arena solidificada. Ahora todavía permanecen abiertas algunas en las que habitan familias enteras. Los bereberes son acogedores y abiertos y permiten con toda naturalidad que deambules por sus estancias sin ponerte una mala cara…Es más, si llegas en el momento en el que están haciendo pan, se ponen a enseñarte.
En esta zona Georges Lukas ubicó la casa de Anakin Skwalker, el lugar en el que vivió durante su infancia, aunque el auténtico centro de peregrinación de los fans de la serie es nuestro siguiente parada, ‘Ong Jemal’, el cuello del camello…Hacia allí nos dirigimos, cámara en mano, cuando de repente…varios 4X4 se atascan en las dunas. Ocurre a menudo incluso con los conductores más avezados …Mientras tanto la tormenta se ha desatado y la arena vuela…¡Mirad como me tuve que cubrir!…Pues os aseguro que durante 3 días me siguió saliendo arena por los ojos…
Ahora toca bajar un poco el aire de las ruedas y empujar…Con la colaboración de todos, los vehículos salieron pronto del atolladero…A pesar de la pequeña aventura merece la pena ir hasta Ong Jemal, un lugar en cuyo mirador aparece Darth Maul en ‘La amenaza fantasma’
…Por encima de la colina se encuentra Mos Espa, posiblemente el escenario mejor conservado de toda la saga. Lo veréis prácticamente intacto, aunque lleno, eso sí, de niños y no tan niños que os piden dinero a cambio de una foto con todo tipo de animales como lechuzas o pequeños zorros…Es francamente incómodo, pero entended que muchos de ellos es la única posibilidad que tienen de ganarse algunas monedas en todo el día.
Para mi es especial porque esta en medio de ese impresionante desierto que domina todo el norte de África. Un lugar al que no hay que dejar de ir con la esperanza de que algo de esa energía se pegue…Una energía y una luz como la de las estrellas de Hollywood, por cierto…como la de Nathalie Portman a la que Said, mi conductor llevó sentada en el mismo sitio que yo, durante todo el rodaje de la saga. Lo dicho, a ver si la energía también se pega, aunque sea un poco…