Espero que leáis esto a la hora de la merienda porque os va a saber a rechupete y os va a entrar el ‘mono’. Estamos a punto de entrar en Schiesser, la chocolatería más antigua de Suiza y una de las más que tiene más solera de Europa. Tranquilas que la lectura no engorda, aunque os dará ganas de hacerlo cuando lleguéis al final…
Se ubica en la misma plaza del mercado, la Markplatz, donde se encuentran dos de las instituciones más veneradas de la ciudad. Una es la Casa Consistorial, de arenisca roja y 500 años de antigüedad, que también alberga el Parlamento y el Gobierno cantonal. La otra, esta pastelería fundada en 1870 y que a juzgar por la cantidad de clientes que recibe por minuto es mucho más popular que el Ayuntamiento.
146 años después de su fundación sigue perteneciendo a la misma familia. El patriarca, Schiesser, era un suizo nacido en la montaña que vino a establecerse a la ciudad. Comenzó fabricando helados y pasteles pero poco a poco fue creando una marca sólida que ha sobrevivido a dos Guerras Mundiales y a sus crisis posteriores. Ahora hay 35 empleados que se encargan a diario de fabricar las exquisiteces que se pueden degustar en el primer piso con vistas a la plaza y al Ayuntamiento.
Su gerente nos explica que ellos trabajan fundamentalmente con cacao de Centroamérica y Sudáfrica, que a su gusto es el mejor; y que sus productos en el fondo no tienen secretos: se trata de elegir una buena materia prima y añadir leche, azúcar y vainilla dependiendo de los gustos…Y es aquí cuando viene la gran pregunta, la del millón: ¿en qué se diferencia el chocolate suizo del belga?. En que el suizo siempre lleva leche. El belga nunca. Incluso al negro le añaden vainilla para refinar su saber.
Hay que disfrutar las tardes de merienda como que fueran las últimas, así que os aconsejo que consigáis buena mesa en su salón de te y degustéis sus especialidades, que son muchas: cacao al 38%, mi favorito, al 42 o al 74. Este último viene de una plantación en la República Dominicana de unos compatriotas que llevan a años produciéndolo. Los pequeños productores no acuden al mercado de la materia prima, pero hay que tener en cuenta que se rige, se compra y se vende con el mismo sistema que el oro, por ejemplo.
Os prometo una tarde deliciosa en éste lugar, Schiesser que destila saber hacer: ‘Las cosas que se hacen con amor’, nos dicen, ‘son las buenas’…Damos fe de que aquí hay mucho cariño metido porque nos hemos chupado los dedos…
CÓMO LLEGAR:
Swiss ofrece vuelos 3 veces al día para llegar a Zúrich desde Madrid, aunque también despega desde otras capitales españolas. Después un tren os llevará en poco más de hora y media a la capital cultural del país. Si salís a mediodía de España merendáis en Schiesser por la tarde.