Cuando Pawel y Karolina compraron este lugar estaba en ruinas . Solo una mirada decidida podía alcanzar a ver sus posibilidades. El gobierno había vendido en 2006 algunas casas señoriales y pequeños castillos para que unos nuevos propietarios los rehabilitaran y convirtieran en casas de huéspedes. Lo que el presupuesto público no permitía, el dinero privado quizá lo podría salvar…Los Gasiorek invirtieron en ‘Dwór Sieraków ‘ una pequeña fortuna y tras 6 años de obras consiguieron poner en marcha el fabuloso hotel que es hoy. Es fabuloso porque tiene encanto, porque conserva su autenticidad y porque ellos son los perfectos anfitriones, esos que te ofrecen lo mejor y te hacen sentir tan cómodo como en tu casa. Está en Polonia, cerca de las turísticas minas de Wieliczka, y desde luego tiene una visita…
Sieraków era el palacio en el que se alojaba el señor del lugar del mismo nombre. Hay registros de su emplazamiento desde hace 600 años. El edificio histórico está rodeado de un parque de 4 hectáreas que en las mañanas brumosas parece envuelto en misterio. Y esa niebla es propicia para que aparezcan personajes como Robert, el jardinero. Es boxeador, vivió muchos años en el Reino Unido y ahora se mantiene con este empleo a tiempo parcial que le han dado los dueños. Es afable y cercano y se ve que le gustan la gente. Quiere saludarme y después desaparece de nuevo entre el bosque y la niebla como si nunca hubiera estado allí.
Pawel es experto en vino. Participa habitualmente en concursos internacionales como jurado y parece que sabe todo sobre los buenos caldos. Recorre el mundo buscando los mejores y luego los vende a Polacos con recursos que quieren introducirse en este mundo. “El vino tiene que ser la expresión del terreno”, dice; y añade, y en “el planeta en el que hoy vivimos esta bebida tiene que reflejar la variedad que tenemos”. Su relación con la producción vitivinícola española comenzó en el año 91 y desde entonces visita con frecuencia nuestro país buscando nuevos ‘tesoros’. Le gusta mucho las marcas ‘Pesquera’, ‘Abadía de Tuerca’ y por supuesto ‘Ramón Bilbao’. Se siente cerca de España y los españoles porque cree que a pesar de nuestras diferencias culturales, tenemos una filosofía de vida mucho más parecida que la que los polacos tienen, por ejemplo, con los checos, vecinos de toda la vida.
Karolina, su mujer, es callada y tímida. Sus padres se conocieron en Uruguay cuando huyeron del genocidio nazi, y por eso su español es dulce y pausado. Habla con soltura y elegancia a pesar de reconocer que su primera lengua es el inglés debido a su educación anglosajona. Cuando vine a Polonia, dice, apenas podía escribir polaco, aunque era el idioma con el que me comunicaba con mis padres. Se refugia con frecuencia en Teófilo, el relaciones públicas del lugar, nos cuentan nada más llegar. Se trata de un precioso gato que claramente está algo mimado por las atenciones de sus dueños. Se mueve a sus anchas por toda la casona buscando, cuando quiere, los cariños de Karolina.
Pero para mi el gran descubrimiento de la finca fue el fabuloso vovka que elaboran. Reconozco que quizá los españoles tenemos muchos prejuicios contra una bebida que no conocemos y que raramente saboreamos como es debido. Pero es seguro que si pudiéramos probar más a menudo el sabroso destilado que me llevé a la boca en ‘Dwór Sieraków’ cambiaríamos nuestra opinión sobre este alcohól. Como he dicho antes lo elaboran ellos y tienen 4 tipos: Vovka Superior, con pimienta negra (muy buen digestivo), envejecido en barrica de roble americano y el de bayas que se puede tomar como postre. Todos absolutamente deliciosos. Los Gasiorek han puesto en marcha catas de Vovka que maridan con pintxos, una experiencia para no perderse. Os abrirá un mundo nuevo hasta ahora desconocido, os lo aseguro.
Por cierto que ni Pawel ni Karolina tienen dudas sobre una de las disquisiciones más largas en el mundo de la destilería. Porque, ¿el vovka es ruso o polaco?. No hay pruebas concluyentes de ninguna de las dos teorías pero hay quien cree que en el siglo VII fue cuando se comenzó a fabricar aquí, en Polonia. Entonces se llamaba ‘Gorzalka’ y su fórmula estaba en manos de unos pocos nobles, monjes y boticarios que usaban la bebida con fines médicos. Según los que defienden esta tesis en el XV se comenzó a refinar y a exportar a Rusia…
Sea como fuere el Señor de Sieraków sigue viviendo aquí. Seis siglos después de su creación, este pequeño palacio sigue acogiendo invitados dispuestos a compartir por unas horas el ambiente y la magia de un lugar que ha perdurado a lo largo de los siglos con su encanto intacto. ¡Larga vida al señor de Sieraków!