Es el país más joven de Centroamérica y el único en el que la lengua oficial es el inglés, aunque gran parte de la población habla también castellano. Belice es uno de los lugares más diversos del mundo étnicamente hablando, y un destino de naturaleza imprescindible…Nos sumergimos en aquello que no os debéis de perder si visitáis este misterioso y en muchos aspectos ‘virgen’ destino.
Una buena pista suele ser investigar el nombre de los lugares porque da muchas claves sobre su historia y sobre lo que nos vamos a encontrar ‘in situ’. No está claro el origen del nombre Belice o ‘Belize’ en inglés, pero sabemos que el primer registro se encuentra en las crónicas de un sacerdote dominico, de nombre Fray José Delgado y data del siglo XVII. Podría ser maya y haría referencia a uno de los tres ríos que este sacerdote cruzó durante su viaje hacia al norte a lo largo de la costa del Caribe. Sería el río Balis, ‘Belice’ según la interpretación del traductor que acompañaba a Fray José, y según esta teoría provendría de la palabra maya belix, ‘fangoso o regado’. Esta es una de las hipótesis, pero no la única, aunque sí permite entender la importancia de la influencia maya que hay en toda la zona.
Así que comenzamos por LA VISITA A LAS RUINAS DE XUNANTUNICH, espectacular yacimiento arqueológico de la cultura maya que se localiza a 130 kilómetros de la ciudad de Belice.
‘Xunantunich’ permite a los visitantes subirse a las pirámides como ya casi no se puede hacer en ningún sitio. Su construcción más conocida y más sobresaliente es ‘El Castillo’, la segunda edificación precolombina más alta de Belice tras el Templo de ‘El Caracol’. Los finos relieves de estuco que hay en lo más alto son dignos de postal. Símbolos mayas a 40 metros de altura que nos recuerdan cómo era esta ciudad que llegó a contar con 6 plazas rodeadas de más de 25 templos y palacios. El nombre hace referencia a un fantasma, una ‘mujer de piedra’ que según las creencias populares habita en este zona arqueológica, viste de negro y deambula por las escalinatas de ‘El Castillo’ hasta desaparecer por ellas.
VISITA A CIUDAD DE BELICE. Es otra de las experiencias imprescindibles en una visita al país…No es la capital, pero sí el núcleo urbano más grande y por eso es posible ver en un simple paseo la diversidad cultural que ha acumulado la zona a lo largo de los siglos. Fue fundada en el siglo XVII por piratas y traficantes de esclavos británicos y por eso la población negra y mestiza es abundante. Tiene 80.000 habitantes y unos restos coloniales que se traducen en muchas estructuras de madera pintadas en colores pastel.
Es Caribe puro. Y por eso merece la pena tomarse su tiempo para perderse por las calles y hablar con los beliceños, siempre amables y dispuestos a dar conversación. La filosofía queda clara incluso en los carteles que aparecen en algunos puestos callejeros. Tened en cuenta que aunque ahora todo la población hable fundamentalmente inglés, y también castellano, perteneció al Imperio Español. Por eso su estructura urbanística es como las que se ven en nuestras ciudades: una plaza central en torno a la que se situaban los edificios importantes de la comunidad, uno de ellos, claro está, la Iglesia que en esa época determinaba gran parte de la vida pública.
En un lugar de naturaleza tan intensa, el ZOO tiene ‘habitantes’ que veremos pocas veces tan de cerca…Hay 170 animales, 45 especies nativas del país, entre ellas felinos de los que vemos en los documentales de ‘la 2’ , pero que no siempre se pueden ver en cautividad a pocos centímetros. Una serpiente nos recibe nada más entrar enroscada en el cuerpo de este empleado del recinto que ni se inmuta.
Además de los reptiles, llaman mucho la atención los tapires, mamíferos con una pequeña trompa que están en peligro de extinción en algunas zonas de América. Emparentados con los caballos, sus familiares más próximos son los rinocerontes. Si tenéis suerte podréis coincidir con los cuidadores que les alimentan y disfrutar de un buen rato observando a estos animales que parecen salidos de otra época histórica…
En el zoo de Belice hay jaguares, pumas, leopardos y hasta ocelotes, de los felinos mencionados anteriormente el más desproporcionado y de sonido más desagradable…Maníferos carnívoros todos ellos a los que podréis ver moverse a vuestro antojo: Lucky Boy, Junior, Lindo, Panama y The Queen tienen movimientos elegantes y pausados. Cada vez que estiran las patas para caminar percibes cada músculo de su cuerpo. Se ve que están bien alimentados, y aun así no pierden la línea elegante y el cuerpo fibroso que los caracteriza.
Cerca del zoo hay que visitar el THE BLUE HOLE NATIONAL PARK un lugar excepcional en el que hay que entrar bañado en repelente de mosquitos. Una de las actividades más curiosas es el ‘cave tubing’ que consiste en recorrer, montado en una rueda hinchable parte del río subterráneo que existe en la caverna. Id preparados para mojaros enteros. Saldréis calados, después de haber visto fascinantes paisajes geológicos.
El alojamiento es importante, pero también el trato personal que PARROT COVE LODGE ofrece. Muchas veces es lo que queda de los viajes, la cara amiga que te ha sonreído y ha resulto tus problemas cuando nadie te hacía caso. Por eso si volviera a Belice, volvería a este pequeño y modesto hotel de trato personalizado y cocina sobresaliente.
Chef Rob es un holandés que después de muchos años trabajando en Suiza, Alemania, Austria y hasta en el Hilton de Park Lane de Londres, decidió dejar el frío de Europa y trasladarse al Caribe. Allí ha montado un restaurante pequeño y acogedor a la orilla del mar que practica sobre todo la cocina de proximidad con alimentos frescos y producidos del terreno. Si os animáis no podéis dejar de probar su creación estrella, ‘love on the rock’. Se basa fundamentalmente en ‘hacer’ los alimentos en piedra volcánica caliente. Es ideal para cocinar porque tarda mucho en perder la temperatura que alcanza y así el pescado se va haciendo lentamente.
La experiencia merece de verdad la pena, sobre todo si os la preparan en el cenador de la playa, rodeados de mar y viendo caer el día hasta que la luna ilumina la noche.
Desde Parrod Cove Lodge os pueden acercar a una de las actividades matinales más agradables de Belice. SALIR EN BARCO A PRACTICAR SNORKELLING Y PESCAR. Dura casi todo el día y os permitirá poneros a prueba en varios aspectos. Para empezar, vuestra resistencia al sol (llevad un buen protector porque el astro del Caribe achicharra sin que uno se de cuenta). Después vuestra habilidad como pescadores. Marlon Martínez, un chico sordo mudo que resultó ser un fabuloso timonel dentro del pequeño cayuco en el que pasamos la jornada, se detuvo en medio del Océano.
Sacó unos simples hilos que lanzó al agua con su cebo correspondiente y …a tener paciencia, que no se pesca a la primera…O eso es lo que dicen algunos, porque otros hablan siempre de la suerte del primerizo, que yo creo que es lo que le pasó a mi compañera y amiga Teresa Ordán. Teresa se hizo con una hermosa caballa que casi no podía subir a la barca de lo que pesaba…
Pesaba mucho, y sabía mejor, porque acto seguido nos acercamos a Bread Butter, una pequeña isla, en la que cocinamos y saboreamos el delicioso pescado de Teresa. La jornada se completó haciendo algo de snorkelling en aguas color turquesa como las de los catálogos de viajes. Quizá eso es lo más fabuloso de Belice: su autenticidad, sus colores caribeños, su mar turquesa, su gente mezclada y todavía ‘inocente’.